sábado, enero 30, 2010

Guía para perder el amor y la confianza en sí mismo en diez pasos: del no reír al no llorar, o cómo ser una puta perfecta.

de pronto, a veces, de cuando en cuando, uno cae en cuenta. cuando uno cae en cuenta suele ser doloroso, terrible o apremiante. o divertido, lo divertido puede ser también sorprendente y alucinante, pero sobre todo rojo. para uno caer en cuenta, necesita haber vivido en el error, o en dado caso en semi error, a lo largo de muchos días. ésta es, entre otras cosas, una receta para preparar salsa de arándanos y chocolate para sus carnes frías, pero también es una historia de amor:

Todo comenzó una tarde fría y húmeda en la bahía de San Francisco, el clima era divino y la gente andaba toda de buen humor, los hot dogs y los chocolates corrían despavoridos por las calles y la gente los levantaba sin problemas de la acera y se los llevaba a la boca. algo de alegría y paz reinarían para siempre en la tierra después de éste fabuloso día. Sirakito, de unos 6 años, de edad, aterrizaría, con 700 dólares en la bolsa, a esta hermosa ciudad. "me voy a comer el mundo" pensaba, ya que los adolescentes siempre creen que pueden comerse todo y no engordar.

Sirakito se comió todo lo que pudo, vomitó un par de veces la pizza y comenzó a odiar usa, san francisco, y todo lo que fuera habar en inglés y comer tex-mex en lugar de chilaquiles con pollito y crema. sirakito lloró y quería regresar a casa. pero su mamá estaba muy lejos y no lo escuchaba. sirakito era muy listo, tomó el teléfono, y llamó directamente... a parís, donde le contestó una exnovia que le dijo, "ey, quiegho ighh a méjicuh, a comegr tacosss".

no importa cuánto tiempo pasó, quizá diez años, quizá 10 y medio, o 10 años y tres meses, o quizá fueron cinco años o 40. sirakito estaba siendo un sirakote, gigante. se formaba hasta atrás en la fila y se sentaba en la banca más grande y resistente. había crecido mucho, había engordado tanto... sus ojos no se veían, se los tragaron sus cachetes. los pantalones no le cerraban y tuvo que empezar a usarlos 15 cm. más abajo. sin embargo sirakito era feliz, dentro de su inocente y hermoso mundo exento de maldad, guardó silencio, y no se dijo nada a sí mismo de su peso. se ocultó su gordura. analizándolo ahora, tenía la cura para la anorexia.

era un gordo ejemplar, porque no sabía que lo era. no tenía los complejos, ni la actitud de gordo, ni tenía que elegir entre ser un gordo simpático o un gordo llorón, no tenía que dejarse agarrar la panza ni las chichis, creía que era guapo y le daba igual comerse 10 pingüinos o 500; su gastritis era completamente normal y su hermana que practicaba ballet y pesaba 30 kilos menos, era la gorda de la familia.

una mañana, llegué a la escuela y empecé a burlarme, como siempre, de los gordos, les cantaba canciones, los golpeaba en los recreos, hacía chistes de sus nachas aguadas, los hacía menos. era un traidor con los míos. los demás gordos creían que estaba loco "debería ser de los nuestros, y juntarnos atrás de los baños a comer" pensaban, pero no, yo era de andar con los flacos, con los güeros rebozantes de salud, y los pecosos. hacíamos travesuras, nos trepábamos a los árboles, jugábamos básquetbol, golpeábamos a los amanerados, les veíamos los calzones a las niñas, poníamos cohetes en los excusados, les robábamos sus maletas a los maestros, ponchábamos llantas, lanzábamos limones a los camiones escolares, nos metíamos a la cabina del metro, manejábamos los carros de nuestros papás, llenábamos la alberca con alcohol, fumábamos en el cine, matábamos niños pobres... sembrábamos el mal, nos divertíamos.

pero un día se acabó todo. después de mi último vijaje de primaria, un poco antes de salir de vacaciones, yo, sirakito, fui enviado por mi madre a recoger las fotos de nuestras increíbles y deliciosas vacaciones en el caribe, donde me había divertido lanzándome de los trampolines, haciendo clavados de cebollita que vaciaban la alberca sin que yo me percatara. y allí, en el kiosco de las fotografías, mientras revisaba que las fotos estuvieran bien reveladas, que el registro de las que tomé en secreto (las francesas toples y las nachas de las vecinas de cuarto) encontraran refugio entre mis pantalones guangos, me pasó lo peor... la vi.

era una foto donde estaba congelado en el aire echándome un clavado, convencional, las manos al frente, haciendo una u inversa en el aire. sufrí. la mitad de mi cuerpo era una bola gigantezca acumulada entre mis piernas y mi pecho, estaba allí, la terrible evidencia de mi cuerpo. la gente aterrorizada corriendo para salirse de la alberca, mi mamá al fondo cubriéndose la cara de vergüenza, mi padre en la orilla con los calzoncillos de nadar a la mitad de las nalgas porque le quedaban flojos de tan viejos.

mi hermana tomó la foto para vengarse de las bromas que le hacía. "tómala pinche gordo" se decía en la cabeza mientras presionaba el botoncito de la cámara china que en automático lanzaba el flash perdido en la luz de una tarde soleada del caribe. todo se derrumbó. todo mi mundo se había caído, la vergüenza que había evitado tantos años me cayó de golpe, me entró una depresión terrible, corrí a casa para revisar todas las fotos que había, se ponía cada vez peor... año tras año, anuarios, bodas, cumpleaños, fiestas, las fotos del diario cuando me quedaba dormido haciendo la tarea, el catálogo de avón donde salí. siempre había sido un gordito...

la depresión me comió y pasé de ser un niño gordo que creía que no era gordo, a un flaco y demacrado adolescente deprimido que creía que seguía siendo gordo, y me perdí de las novias, las graffiteadas, las fiestas... pero esa, es una historia diferente, para un post diferente, en un blog diferente, para gente diferente.


11 comentarios :

  1. ahora me siento taaan comun, gracias sirako, has despertado mi depresion

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  2. * lo abraza *

    Me llegó hasta la última capa de colesterol acumulada en el corazón, sniff ...

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  3. Que triste
    Pobre* me inspira regalarle *ternurita*

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  4. te dejo un comentario aunque seguramente lo borraras y si no chido.
    la solucion es jugar a las traisss y a comer sano grandote!

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  5. O sea, mi estimado, que fuiste un adolescente normal, con una infancia normal.

    Creo que muchos, cuando niños, nos valíamos madres en la apariencia... hasta el barro en la nariz o la foto en calzones con la panzota o la burla de la susodicha primero de los amores o la madrina que nos paró el güey aquel...

    En fin, niños que son felices, adolescentes que viven aprendiendo a ubicarse, aunque eso, como dices, a veces duele.

    Salu2

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  6. pues ni idea, yo soy flaco natural de toda la vida... aunque también me trauma eso...

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  7. y comentaristas diferentes... ya lo creo

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digan lo que digan los demás.